Aprendamos de Brasil estrategias de largo plazo
Antes que preocuparnos porque el país vecino se rearma, hay que tomar nota de cómo sabe sostener un proyecto envidiable de desarrollo nacional.
La aproximación superficial a la cuestión de la compra de armas de Brasil es sobreactuar el temor, olvidarse de la política y caer en la psicosis infundada alertando respecto del supuesto hecho de que habría comenzado en la región una carrera armamentista.
Lo que está ocurriendo es otra cosa. En realidad, la noticia es que en América latina hay un país, Brasil, que a lo largo de las últimas décadas ha animado una estrategia de largo plazo. Al presidente Lula le ha tocado dar este paso, en el marco de un proyecto estratégico, que no es otro que el de hacer de Brasil una potencia económica y política regional y mundial...
Este nuevo paso es similar a su estrategia de hacer de Brasil un país petrolero, en un mundo en que la incertidumbre energética es una constante. El análisis de que la consolidación del poder militar brasileño es una nueva muestra del desarrollo permanente de la estrategia del proyecto nacional adquiere una magnitud mayor si consideramos que no es una política limitada a las gestiones de Lula. El proyecto Brasil potencia tiene raíces anteriores al histórico momento en que el PT llegó al Planalto y seguramente continuará consolidándose independientemente del color político del sucesor de Lula.
Dicho de otra manera, este proyecto no es de Lula exclusivamente y no corre riesgo ante una eventual finalización del poder del PT. En este marco, es lógico que Brasil quiera tener capacidad militar, no para constituirse en una amenaza, sino para construir su futuro y como un aspecto de la credibilidad que busca construir para sí para convertirse en potencia global, así como lo es su inversión y desarrollo tecnológico.
Brasil está equipándose en todos los terrenos. Lo que ocurre es que, a diferencia de componentes como el tecnológico y económico, el militar continúa siendo tabú para algunos. Pero a esta altura del desarrollo de la política mundial, debe entenderse que el dispositivo militar de un país es una fuente más, por cierto indispensable, en la construcción de un país que tiene un proyecto estratégico de largo plazo.
Por otra parte, no podemos dejar pasar por alto un tema evidente pero clave: los argentinos somos vecinos de esa potencia mundial. No sólo eso: somos socios económicos y políticos en el Mercosur y políticos en Unasur. Esto no es un dato menor. La condición de preeminencia de Brasil a escala regional y la de actor clave y expectante a nivel mundial nos afecta directamente, pero no en términos negativos.
Al contrario, su condición de potencia nos interpela de la mejor manera, nos ofrece la alternativa de un desafío. ¿Qué vamos a hacer nosotros como país?, podría ser la pregunta introductoria. No podemos ser indolentes ante el influjo de una potencia. Sería imperdonable.
¿Cuál es la alternativa? Aprovechar el estar en su zona de influencia, para diseñar un proyecto estratégico a largo plazo, como plataforma de lanzamiento de una política tendiente a desarrollarnos como país con proyecto de nación y firme decisión de recuperar el tiempo perdido.
http://www.clarin.com/diario/2009/09/23/opinion/o-02004559.htm
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