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sábado, 10 de outubro de 2009

O Brasil, segundo o La Nación chileno


Brasil apuesta fuerte en Honduras

/ La Nación Domingo Por Raúl Sohr
El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva no ha pretendido ninguna neutralidad en el conflicto interno hondureño. Lula dijo que era incorrecto llamar “gobierno de facto” al régimen instalado en Honduras, pues ello equivalía a “sofisticar el golpismo”. Ninguna nación latinoamericana lo ha reconocido. Lula ha ido más lejos...

La llegada de Manuel Zelaya a la embajada brasileña en Tegucigalpa es un capítulo notable de los cambios que vive América Latina. El hecho de que el depuesto Presidente, luego de un azaroso viaje en la maleta de un vehículo diplomático, haya escogido refugiarse bajo el alero brasileño dice mucho sobre la percepción de poder en la región.
Estados Unidos fue, hasta ahora, un factor determinante en una nación que era reconocida como la república bananera por excelencia. Los gobernantes hondureños no sólo debían contar con el visto bueno de Washington, sino que, hasta hace algunas décadas, también con el de la United Fruit, que explotaba el banano. En la actualidad, Estados Unidos mantiene una importante presencia militar en el país, en la base área de Palmerola.
Zelaya pudo pedir la protección estadounidense. ¿Lo habría recibido el gobierno de Barack Obama? Tanto el Presidente como Hillary Clinton, su ministra de Relaciones Exteriores, han sido explícitos en condenar el golpe de Estado y exigir la vuelta de Zelaya a la presidencia. Obama está en una incómoda posición. En primer lugar, Zelaya era un duro crítico de la política exterior estadounidense. Era uno de los que favorecían abandonar la Organización de Estados Americanos (OEA) para crear un organismo regional que excluyese a Washington. Hay todavía aspectos turbios como que Zelaya fuese llevado por la fuerza aérea hondureña a la base de Palmerola antes de deportarlo a Costa Rica. En el plano doméstico estadounidense, la oposición republicana ha salido en defensa activa de los golpistas. Ello quedó de manifiesto con el bloqueo en el Senado al nombramiento de Arturo Valenzuela -propuesto por Obama- para el cargo de secretario asistente de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental.
Descartado Estados Unidos, es llamativo que Zelaya no haya optado por la segunda mejor opción regional. En tiempos no tan distantes, México hubiese sido la elección obvia por su gravitación en la zona. En cambio, eligió a Brasil y, por cierto, éste último lo admitió en su embajada. El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva no ha pretendido ninguna neutralidad en el conflicto interno hondureño. Lula dijo que era incorrecto llamar “gobierno de facto” al régimen instalado en Honduras, pues ello equivalía a “sofisticar el golpismo”. Ninguna nación latinoamericana lo ha reconocido. Lula ha ido más lejos. No sólo exige, en una original alianza con Chile y el propio Estados Unidos, que se cumpla a cabalidad el Acuerdo de San José, que exige reponer a Zelaya en la presidencia, sino que le ha ofrecido que permanezca en su embajada mientras sea necesario. Lula señaló que lo ocurrido en Honduras es un nefasto precedente para toda América Latina. A su juicio, tolerar la consolidación de los golpistas abriría las compuertas al siniestro pasado de las dictaduras.
En los hechos, quizá sin habérselo propuesto en forma anticipada, Brasil ha quedado en una posición de claro liderazgo regional. En estos momentos, tiene una mano fuerte en el ámbito internacional al contar con el respaldo de Estados Unidos, la Unión Europea y de todos los países de la región que apoyan el Acuerdo de San José. En especial, tiene la simpatía de Hugo Chávez, quien ha brindado todo su respaldo a Zelaya. El Mandatario venezolano ha cumplido con su propósito de hacer lo que esté a su alcance por reinstaurarlo. La operación de retorno a Honduras contó, según lo ha dicho Chávez, con su activa participación. A sabiendas que Estados Unidos graba todas sus conversaciones telefónicas, habría dado pistas falsas sobre dónde se encontraba. Chávez señala así, en forma implícita, que los servicios de inteligencia alertarían a los militares hondureños sobre el paradero de Zelaya.
En definitiva, todo dependerá de lo que ocurra con las fuerzas políticas en Honduras. El cerco internacional es fuerte y el país centroamericano, uno de los más pobres del hemisferio, ha perdido ya considerables ayudas que alcanzan al 6% de su PIB. La clave está en los militares. Al parecer, el ejército ha dado a entender que preferiría un arreglo político antes que mantener la presente situación de crisis. Es evidente que la estrategia del gobierno de apostar a que se calmasen las aguas no prosperó. La llegada de Zelaya fue un golpe maestro. Demostró la gran fragilidad política del régimen que encerró a la población de Tegucigalpa en sus casas durante 60 horas a través de un toque de queda. La completa paralización, que incluye todos los vuelos internacionales, tiene un costo diario de 50 millones de dólares para el país. Esto ha puesto de relieve hasta qué punto es disfuncional la actual administración para todos los sectores sociales.
En situaciones en desarrollo, como la hondureña, no cabe anticipar cómo concluirá el conflicto. La extrema tensión a que está sometida la nación centroamericana no puede mantenerse por tiempo indefinido. Si la salida política garantiza un retorno al curso democrático, Brasil obtendrá una victoria política y diplomática de proporciones mayores.

http://www.lanacion.cl/brasil-apuesta-fuerte-en-honduras/noticias/2009-09-26/174311.html

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